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Para todos aquellos que, haciéndose llamar socialistas, respaldan la guerra.

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Por cortesía del compañero David Fernández

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La Izquierda Verde: Socialismo y Ciudadanía

No, este artículo no se refiere al ecosocialismo ni a ninguna forma de izquierda ecológica. Este artículo se refiere a los nuevos movimientos sociales que nacen como reacción a los recortes que, en el fondo, no son más que el restablecimiento del capitalismo más radical, derogando todas las enmiendas que la socialdemocracia hizo a éste cuando aún tenía algo de izquierdista, cuando socialistas y socialdemócratas aún podían ir juntos.

Por Izquierda Verde me refiero a movimientos como la marea verde de la educación, o a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, que lidera la gran Ada Colau. Ambos movimientos han tenido el verde como su color. Es cierto que estos movimientos han formado parte de las llamadas “Mareas Ciudadanas”, y que existían otras con colores diferentes (la marea blanca de la sanidad, o la marea negra de los mineros), pero, debido al impacto que han tenido estas dos, considero que se puede asociar el color verde a estos nuevos movimientos ciudadanos que buscan una nueva forma de participación política, que supere las limitaciones de partidos y sindicatos, y que ofrezca una nueva manera de luchar por una democracia participativa y un modelo económico alternativo al dogma neoliberal. Si tuviese que poner un nombre para la ideología que promueven estos colectivos, sería algo como ciudadanismo, es decir, revitalizar el concepto de ciudadanía, desde un sentido netamente revolucionario, heredero directo de los valores de la Revolución Francesa, pues, al fin y al cabo, la lucha de estos colectivos es poner al ciudadano como centro de la acción política, como sujeto decisorio de una democracia participativa, y como fin mismo de la política, frente a la subordinación de la ciudadanía a los mercados que defienden los neoliberales.

Desde Rafael Correa a Jean-Luc Mélenchon, muchos son los socialistas que han sabido ver la necesidad de incorporar al socialismo estas ideas de ciudadanía, naciendo de esta forma tanto la Revolución Ciudadana de Ecuador, como su homónima que Mélenchon y el Front de Gauche defienden en la República Francesa. Y es que, en el fondo, la idea de una izquierda ciudadana nunca ha sido ajena al socialismo. Basta leer a Guy Mollet en Así es el Socialismo o a Fernando de los Ríos, cuyas obras como El Sentido humanista del socialismo o Mi viaje a la Rusia soviética están empapadas en esta idea, que no aparece como una sección del libro o un apartado referido a ésta, sino que es la idea general que el autor transmite en cada página, en cada párrafo, en cada oración.

Los socialistas defendemos que la economía debe estatal servicio de las personas, y no al revés. Por eso defendemos el control estatal de la economía, y la nacionalización de los sectores estratégicos de la producción. Al menos, como fase inicial, como etapa de aplicación rápida, como idea puramente pragmática sin tener en cuenta los ideales máximos que nos mueven, ya que nuestro objetivo final no es otro que el de alcanzar una sociedad socialista, esto es, una sociedad sin clases sociales, donde la libertad, la igualdad, y la democracia, sean realmente efectivas. Es evidente, y así lo han dejado claro numerosos pensadores como Marx, Engels, Kautsky, Jaures, Einstein… que este objetivo solo se puede alcanzar gradualmente a partir de una regulación estatal de la economía, y una puesta de las empresas a servicio de las necesidades sociales, mediante su nacionalización. Ahora bien, ¿Cómo conseguir que una economía controlada estatalmente, sea realmente una economía controlada por los ciudadanos, y no por una casta dirigente? Este problema ya se planteó largo y tendido durante la Revolución Rusa de 1917, y fue una crítica de los socialistas a la visión de los comunistas de un partido proletario todopoderoso que manejara el estado en nombre de los trabajadores. Las similitudes con el viejo despotismo ilustrado del “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”, eran demasiadas, y la realidad terminó dándonos la razón. No obstante, más interesante que un simplista análisis histórico de la cuestión (no sería muy serio decir que, puesto que la URSS terminó convirtiéndose en una dictadura, con una nueva élite, muchos de cuyos miembros forman parte ahora de la oligarquía derechista que apoya a Putin, los socialista teníamos razón, pues que las tesis leninistas fuesen incorrectas, no significa necesariamente que las nuestras fuesen acertadas) resulta el estudio de los textos en los que los socialistas critican el modelo soviético, y proponen un sistema alternativo, en el que sean los ciudadanos los que verdaderamente dirijan la economía (ver por ejemplo Crítica al bolchevismo, de Rosa Luxemburgo, Así es el Socialismo, de Guy Mollet, o Mi viaje a la Rusia Soviética, de Fernando de los Ríos). ¿Cómo? Sencillamente con un estado absolutamente democrático. Si el estado es económicamente dirigista, y no es democrático, o es democráticamente débil, serán las elites que controlan el estado quienes dirijan la economía, y, por tanto, ésta no quedará realmente puesta al servicio de las necesidades de la mayoría. Por el contrario, si el estado es verdaderamente democrático, con una profunda democracia participativa, serán los ciudadanos los que controlen al estado y, por ende, a la economía, con lo que ésta sí estará al servicio de la ciudadanía. Este modelo, que nosotros defendemos, pone al ciudadano como centro de la vida política, y subordina la economía a sus intereses, frente al actual modelo neoliberal, que subordina los intereses de los ciudadanos a los llamados mercados, es decir, a los intereses económicos de las grandes fortunas (los capitalistas).

Esta visión, nos hace profundamente defensores de los valores ciudadanos, explica el contexto de las revoluciones ciudadanas de Ecuador y del Front de Gauche francés, y conecta con las mareas ciudadanas, haciéndonos parte de éstas. Más aún, esta subordinación del socialismo a la necesidad de una democracia real, verdaderamente participativa, en la que sean los ciudadanos quienes decidan, quienes tengan el poder, da como conclusión evidente que sólo a través de la revolución ciudadana y la participación popular democrática se puede llegar al socialismo.

En Recuperando el Socialismo usamos los colores rojo y verde. El color rojo representa el socialismo, en su sentido tradicional, el color verde representa la revolución ciudadana, y el sentido ciudadano de nuestro socialismo.

¡Por el Socialismo, y la Revolución ciudadana!

Fran Rey

http://franrey.blogia.com/

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REQUIEN POR EL REGIMEN

El pasado 20 de Noviembre de 2011, se celebraron en este país llamado España, elecciones a Cortes Generales (Congreso y Senado), el resultado de todos conocidos dio una mayoría al Partido Popular (PP) y elevando a Mariano Rajoy a la categoría de Presidente del Consejo de Ministros, es decir a Presidente del Gobierno de todas las Españas.

La sensación que tengo, puede que equivocada, es que pasado casi año y medio de gobierno del PP, la ciudadanía, incluso aquella que dio su confianza al partido gobernante se siente manipulada y no por lo que dijera el PP durante la campaña electoral, que no dijo nada, sino por lo que dijo contra el Gobierno anterior, yo diría que se sienten engañados y hasta estafados.

Pero aquellos y aquellas que no tuvimos la osadía de votarlos nos sentimos indignados, indignados por sus acciones de gobierno y lo que es peor, por haber cambiado las reglas del juego democrático, el PP ha secuestrado la democracia, las Cortes Generales no son el centro del debate político, no son el centro del debate de ideas, no es el centro donde se mejora las condiciones de vida de la ciudadanía ni la calidad democrática de este país, el centro oficialmente está en la Moncloa con sucursales poderosas en otros lugares.

Es en la Moncloa donde se amasan y cocinan los pasteles que luego, con gran abundancia de vaselina retorica, le servirán al pueblo en esa enorme carta gris que se llama Boletín Oficial del Estado y, los menús Reales Decretos.

Las Cortes Generales han fallecido. Una oposición, la mayoritaria marchitada y acomplejada, víctima de tanto girar sus llaves hacia la derecha aun representando a la izquierda oficial, la oposición de izquierdas minoritaria quiere pero no puede, molestan demasiado al régimen y a los amigos del régimen, a esos que les sigue molestando que se  reclame respeto a la dignidad de los seres humanos, que puedan trabajar, que puedan comer, que puedan acceder a la educación, a la cultura, al deporte, a la sanidad, a la vivienda, en definitiva a disfrutar de los derechos humanos. No consienten que las llaves giren a la izquierda, porque en esa izquierda, la izquierda plural, nunca habrá, estoy convencido, llaves de doble vuelta.

Los  sustentadores del Régimen, siguen pensando que, por tener una Constitución, que por cierto se incumple a diario, por tener unas Cortes Generales, por poder ejercer el derecho al voto, en fin por poder ejercer derechos democráticos formales, la sociedad se resigna, se han olvidado que los tiempos cambian, que la ciudadanía que en su día acepto aquello que vinimos a llamar transición ejemplar comprueban día a día que  transición no fue tan ejemplar o por lo menos que aquellas esperanzas depositadas se han ido enterrando por actuaciones indecentes de determinados dirigentes políticos, gente con poder e instituciones que debían ser ejemplo de comportamiento cívico y honesto.

El Régimen está muerto, estamos en un nuevo tiempo, en ese tiempo donde la ciudadanía ya no se resigna a intentar ejercer sus derechos formales, la ciudadanía quiere participación activa en las decisiones que marcan sus vidas, no se fían de sus representantes, porque se sienten utilizados, se sienten defraudados por aquellas expectativas que en su día se les prometió y escribió como fue el Estado Social y de Derecho.

Y no solo se siente defraudados los que vivieron aquella época, también lo están las nuevas generaciones, por ser las más castigadas por un sistema injusto, que premia a los poderosos y olvida a los débiles.

El Régimen está muerto, ahí está la realidad social; mas de 6.000.000 de familias en paro, un 28% de pobreza, una justicia injusta por lenta y arbitraria, un Gobierno que machaca a la mayoría de la población, la machaca en toda la extensión de la palabra, el Régimen está muerto, porque la ciudadanía ha dejado de confiar en él, porque nos han robado nuestros ahorros democráticos.

Y ante esta situación, los denominados “grandes partidos”, intentan reinventar otra nueva transición política, ellos dos, sin contar con la ciudadanía, es esa cantinela que no paramos de oír y que la han “bautizado” con algo que vale para todo, EL PACTO, que no es otra cosa que seguir manteniendo el actual Régimen con un nuevo maquillaje. Es como si quisieran hacer una nueva muñeca a la imagen y semejanza de ambos dos.

La letra pequeña ya no nos vale, no le vale a la ciudadanía, no nos vale el pacto de quienes obedecen ciegamente al Alto Estado Mayor de Bruselas, que no dudaron en cambiar de la Constitución, para primar el saneamiento de bancos y deudas a costa de empobrecer a la mayoría de la ciudadanía. Que no dudaron en machacar a trabajadores y trabajadoras con dos reformas laborales dejándolos desposeídos de toda protección. Que han dejado a mas de 2.000.000 de niños en la pobreza. Que han dejado que aquella Institución que decían ser el árbitro del Régimen, nos ha resultado una institución corrupta

Cerrado por defunción, es lo que se me ocurre, para a continuación gritar VIVA LA DEMOCRACIA, esa democracia real, donde los ciudadanos y ciudadanas sean protagonistas de su destino, asumiendo tareas de participación en el marco de un proceso constituyente, que como suelo decir haga posible, más pronto que tarde, que lo que hoy parece imposible.

Andrés Cuevas González

Presidente del PASOC

Militante de IU

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La Vigencia del Socialismo

Hay quienes seguimos pensando que el socialismo continua siendo una meta ideal, que para alcanzarla es necesaria la movilización y el compromiso de aquellas personas que sinceramente creen, creemos, que el socialismo podrá realizar esa vieja, eterna y constante aspiración de esa sociedad, igual, solidaria y en paz. Y todo ello desde la aspiración al cambio de las estructuras socioeconómicas.
Sigo pensando que, se equivocan aquellos que siguen concibiendo que los partidos socialistas tienen como fin la realización de mejoras coyunturales de las condiciones de trabajo, el aumento de los salarios, un mayor alcance o extensión de derechos, determinadas reformas tributarias etc.etc, todo esto también figuran en el ideario de otras organizaciones que nada tienen que ver con el socialismo.
¿Que ha sucedido para que en estos momentos no se vislumbre al socialismo como una alternativa a este capitalismo, hoy denominado neoliberalismo que está azotando a la humanidad?. Sincera y modestamente creo, que los partidos socialistas que «actúan» en la denominada Europa democrática han perdido totalmente su configuración de partidos de «clase».
Los partidos denominados socialistas europeos, han estado mas empeñados en construir eso que ellos mismos han venido a denominar «capitalismo de rostro humano», dirigiendo todos sus esfuerzos y actividades únicamente para participar en los Gobiernos, e incluso para apuntalar y defender las estructuras de esta actual e injusta sociedad, que en luchar y educar para construir una sociedad socialista. Es más, a veces son saludados los triunfos de esos denominados partidos socialistas por las propias estructuras del sistema capitalista, cuando en el pasado, cualquier avance o progreso del socialismo era considerado con inquietud, hostilidad y hasta miedo por el capitalismo.
¿Quien ha cambiado para que se produzca ese contraste? No ha cambiado en modo alguno, los intereses de toda la clase capitalista, cuyos fines siguen siendo invariables, con perseverancia incansable y con todos los medios, que son muchos, de los que disponen.
¿Entonces qué? Pues sigo pensando que quienes han cambiado han sido esos dirigentes que han transformado sus organizaciones en aparatos cuya meta no es la consecución de una sociedad justa, igual y solidaria, han reducido su actuación a conseguir la alternancia en los Gobiernos, abandonando principios ideológicos, cuando no censurándolos por obsoletos, utópicos y alejados de la realidad, como si el socialismo se pudiera construir sin un gran grado de utopía o un análisis constante de la realidad. Así que hablan de socialismo «civilizado», «democrático», «nuevo»….. ¿Y que es todo eso sino la negación del socialismo como esperanza, como meta, objetivo y fin?
La denominada Internacional Socialista ha servido mas a las confabulaciones electorales, a la confusión ideológica, a la desorientación de propios y extraños, que a construir una mayoría social para realizar una labor auténticamente socialista, sin tapujos ni componendas, ha estado más atenta a satisfacer apetitos personales, para sostener y defender las estructuras tradicionales, para ocupar alegremente una parcela de poder, para ser guardianes de intereses ajenos, incluso a destrozar esperanzas de millones de seres humanos que pensaron, que pensamos que el socialismo es el fin insoslayable de todo socialista sincero.
Pero no puedo negar, seria inaceptable, que buen numero de compañeros que constituyen y militan en esos partidos, son auténticos socialistas que desean llegar al socialismo, pero esos sinceros deseos están asfixiados por un mayor número de individuos que no desean la realización del socialismo y que han convertido a las organizaciones socialistas en maquinas burocráticas frías e insensibles, donde sus dirigentes han dejado de ser lideres humanos para convertirse en un engranaje más de la maquinaria.
La vigencia del socialismo no es la nostalgia, no es volver la vista ni la cabeza hacia atrás, todo lo contrario, la vigencia está en mirar hacia adelante, no pensar en lo que pudo ser, sino en lo que ha y tiene que ser.

Andrés Cuevas González.
Presidente del PASOC
Militante de IULV-CA

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Somos socialistas, y estamos en Izquierda Unida

Somos socialistas. Defendemos los valores sobre los que se sustenta el socialismo democrático, la ideología por la que luchó toda su vida Pablo Iglesias (de cuyo mensaje somos herederos), la ideología por la que luchan hoy Oskar Lafontaine y Jean-Luc Mélenchon, entre muchos otros. Creemos que esta sociedad es injusta porque ha conducido a la formación de clases sociales de intereses opuestos e irreconciliables, obteniendo una de las clases su poder y su riqueza a través de la explotación de la otra. Creemos que el modelo económico sobre el que se sustenta esta dicotomía, no solo es injusto, sino que es ineficiente, pues la máxima neoliberal de que la economía no debe ser regulada, ni atender a más ley que el capricho de los llamados “mercados”, es decir, los especuladores financieros, ha llevado repetidas veces (y seguirá llevando) a profundas crisis económicas como la que estamos viviendo, pues es de cajón, y de razonamiento elemental, que si las cosas no se regulan, funcionarán caóticamente y terminarán en desastre. Esta norma que hemos aceptado en cualquier aspecto de la sociedad, es completamente rechazada para la economía, sin más argumentos que el de una supuesta eficiencia que la realidad demuestra que no existe. Defendemos, por tanto, un modelo económico alternativo, en el que el estado regule la economía para evitar desmanes, injusticias, y desastres, donde exista una fiscalidad progresiva, en la que pague más quien más tiene, destinada a garantizar los derechos materiales de todos los ciudadanos, lo que no incluye únicamente a esas supuestas líneas rojas (sanidad y educación) que los neoliberales traspasan con tanta facilidad, sino también el derecho más básico de todos: el derecho a la subsistencia. De poco le sirven la educación pública y la sanidad pública a quien no tiene para comer. Para garantizar estos dos aspectos es necesario un fuerte sector público, con lo que el camino a emprender sería el opuesto al que, durante 30 años, han tomado los gobiernos de PP y PSOE: En lugar de privatizar, colectivizar.

Ahora bien, poner la economía bajo supervisión del Estado, no garantiza que ésta vaya a empezar a funcionar según los intereses de la mayoría si el estado en cuestión no es profundamente democrático. Para esta labor, la democracia representativa, con todas sus virtudes, es claramente insuficiente. Este modelo fue, sin duda alguna, el mejor posible durante el siglo XX, pero no se corresponde al modelo de democracia 2.0 que demanda la sociedad, ni al nivel de participación ciudadana necesario para garantizar que el control estatal de la economía signifique, realmente, un control social de la economía, que es el verdadero objetivo del socialismo. El socialista francés Guy Mollet pronosticó la caída del comunismo soviético por su déficit democrático. Mollet, como socialista democrático, defendía la necesidad de una verdadera democracia que supusiese el control ciudadano del estado que controla la economía, pues este era el único garante de que la economía estuviese al servicio de la ciudadanía. Así pues, el socialismo debe venir de la mano de una revolución democrática, una revolución ciudadana, como dice Jean-Luc Mélenchon. Esto pasa por sustituir la democracia representativa por la democracia participativa, esto es, no basta con meter un voto en una urna y ceder nuestra soberanía a un diputado durante cuatro años. La verdadera democracia significa la implicación real de la ciudadanía en el funcionamiento del estado, a través de las Iniciativas Legislativas Populares (que deben ser pasadas a referéndum, en lugar de depender del congreso, pues si el pueblo las ha redactado es el pueblo quien las debe ratificar), la separación de poderes (en España el poder legislativo es el que elige tanto al ejecutivo como a las máximas instancias del judicial), la elección directa de los altos cargos del Estado (incluyendo la jefatura del Estado, actualmente hereditaria de padres a hijos como si fuese una propiedad), la existencia del referéndum revocatorio, que permitiría al pueblo quitar de su cargo a aquel representante de la ciudadanía que no sea valedor de su nombre o la separación Iglesia-Estado como elemento básico que garantiza la libertad de conciencia. Todas estas reformas democráticas se entroncan con la tradición filosófica ilustrada y republicana, cuyos referentes teóricos se remontan a Platón, pero su aplicación real y significativa no llegó hasta la Revolución Francesa.

Somos socialistas y estamos en Izquierda Unida. Somos socialistas y no estamos en el PSOE, el partido que fundó nuestro referente ideológico, Pablo Iglesias. No lo estamos porque el PSOE renunció hace tiempo a todo perfil mínimamente socialista, abrazando el neoliberalismo, como doctrina económica, y constituyéndose en uno de los dos pilares del actual régimen, un régimen al servicio de la corona, la iglesia, y la banca. Hay quien cree que el PSOE puede reformarse, hablan de primarias y de conferencias políticas como si de ahí pudiera salir algo nuevo. Pero es imposible revertir un proceso que lleva en marcha desde 1979, cuando Felipe González liquida toda la ideología del PSOE, y comienza las purgas de los socialistas que militan en el partido, para introducir en éste a viejos falangistas y exmilitantes de la UCD. No es posible devolver al PSOE a su origen porque ya no queda nada de éste. Somos socialistas y estamos en Izquierda Unida, porque IU sí representa a la izquierda, sí posee un modelo económico alternativo al neoliberalismo, así como un modelo político y social basado en los mismos principios de democracia y socialismo que nosotros defendemos. A pesar de lo cual, consideramos que Izquierda Unida es necesaria pero no suficiente para la construcción de un proyecto político alternativo que pueda disputarle su hegemonía al modelo neoliberal, corrupto y falto de democracia que actualmente viven España y Europa. Defendemos la construcción de un frente amplio de izquierdas que plante alternativa al régimen (lo que, por supuesto, excluye al PSOE, por ser de derechas y parte del régimen). Esto, a su vez, enraíza con los principios fundacionales de Izquierda Unida y con el proyecto de Refundación de la Izquierda.

¡Por el Socialismo y la Revolución Ciudadana!

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EL “PAPELON” DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA

De lo que no hay duda alguna, es que el capitalismo y la derecha, su brazo armado en términos ideológicos, se han venido preparando para conseguir acabar con el contrato social, con crear nuevos modelos sociales donde el imperio del mercado, de los mercados, la oligarquía financiera, galoparan sin ningún tipo de obstáculos. Es más, hasta aprendieron de los grandes pensadores de la izquierda, pero al revés, internacionalizaron la explotación e incluso eliminaron las fronteras para que sus fechorías económicas no tuvieran limites, eso sí cerraron las humanas por aquello de que el internacionalismo de la clase trabajadora estaba, según ellos, más que obsoleto.

Y mientras el capitalismo creaba una nueva derecha, y que he venido en llamar la derecha social que no es otra cosa que la aceptación del modelo reinventado del capitalismo, por una gran cantidad de la clase obrera, mientras esto sucedía, la izquierda, al menos una parte importante de la izquierda, pensaba y repensaba de cómo ayudar a que el reinvento del capitalismo fuera lo más humano posible. Así que, los lideres, que no dirigentes, del socialismo europeo, decidieron relanzar la denominada Internacional Socialista, muerta por cierto desde 1.939, parecía que al terminar la contienda bélica de 1945, nadie en Europa sintió la necesidad de “resucitarla”, y lo primero que se les ocurrió fue eliminar del programa socialista el concepto de lucha de clases.

Con el tiempo, algunos jóvenes aspirantes a socialistas, entendimos aquel falso debate de “marxismo o yo”, de lo que se trataba fundamentalmente era de eliminar todo vestigio de socialismo marxista en el socialismo español, para así colaborar a extinguir el termino marxista de la “nueva” Internacional Socialista, despojando al socialismo de uno de los pilares fundamentales en los que se asienta el mismo.

Es más, en la última reunión de la Internacional Socialista, aquella que hemos conocido, no por el debate ideológico, sino mas bien por la bronca que montó una joven socialista, Marx fue el gran olvidado, y la pregunta que me hago es ¿Cómo se puede estar hablando de socialismo, cuando a este se le desprende de sus raíces? Cuando esto ha sucedido es que el elemento ideológico queda reducido a una mera expresión gramatical vacía de contenido y, sobre todo, de autenticidad.

La denominada Internacional Socialista, está más empeñada en no «atemorizar» a los enemigos tradicionales en términos de clase, que en construir una mayoría social sobre la base de la verdadera ideología socialista y el trabajo diario, sin concesiones ni astutas argucias y de esa forma, construir la sociedad justa, igual y solidaria y, que en mi opinión es la sociedad socialista.

El capitalismo no está en crisis, como erróneamente a veces predecimos la izquierda, el capitalismo ha puesto en crisis a la sociedad, el capitalismo se va mutando continuamente, se retroalimenta de sus propias acciones. Yo diría mas,  quienes estamos en crisis somos los que aspiramos a ser socialistas o al menos aquellos partidos socialistas acomodados en la Internacional Socialista, pienso que el socialismo europeo está en crisis, porque no aspiran a la transformación de la sociedad, no tienen aspiraciones distintas al capitalismo salvo algunas coyunturales sin trascendencia alguna concernientes a la realización del socialismo.

No tengo ninguna fobia especial ni malsana contra la socialdemocracia, en serio, porque esa ideología ya no oculta sus objetivos ni los disfraza. Actúa de acuerdo con sus programas. Lo que llega a irritarme, es que maliciosamente se trate de confundir la socialdemocracia con el socialismo.

Hoy la socialdemocracia es la barrera que en Europa impide el camino hacia el socialismo. Y la Internacional socialdemócrata es la gerente, centinela y guardiana celosa de la sociedad de nuestros días, con todos sus vicios, contradicciones e injusticias.

 Andrés Cuevas González

Militante de IU

Presidente del PASOC

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A Propósito de Beatriz Talegón.

En 1974, Felipe González y sus acólitos (Alfonso Guerra y Manuel Chaves entre otros), se hacían con el control del PSOE. Aquellos jóvenes sevillanos que, cuatro días antes de pasar a dirigir el PSOE, pululaban en la órbita del franquismo, pretendían vender una imagen de “modernidad” y “renovación” del socialismo. Era el preludio de una traición a los ideales socialistas del partido de Pablo Iglesias, que culminaría en 1979, con aquel “Hay que ser socialista antes que marxista”, que eliminaba de un plumazo toda la carga ideológica del PSOE, y daba carta blanca al felipismo para convertir el partido en un aparato burocrático al servicio de la oligarquía española. Así fue como el PSOE llegó al poder en 1982, siendo ya un ferviente defensor del neoliberalismo, el militarismo de la OTAN, y la monarquía. En aquel entonces, la militancia socialista que había luchado por el partido en la clandestinidad se rebeló contra un gobierno que no tenía nada ni de socialista ni de obrero. Pero el aparato del partido-mafia del felipismo no permitía la crítica al nuevo rumbo. Así, los Pablo Castellano y compañía fueron expulsados del partido por defender aquellas ideas socialistas por las que se habían afiliado.

Hoy, cuando el PSOE, y sus compañeros de la Internacional Socialista merecen su nombre menos que nunca. Hoy, que han demostrado que son lo opuesto al socialismo, que son neoliberales, que han demostrado su oposición ante cualquier intento de democratizar tanto la política como la economía. Hoy que han demostrado que son parte del capital, del régimen, de la derecha, en definitiva, del problema, y no de la solución. Hoy aparece una chica que, en plena reunión de la Internacional Socialista, les echa en cara discutir sobre el futuro del socialismo en hoteles de 5 estrellas. Les echa en cara tantas y tantas contradicciones de quienes dicen ser socialistas, pero defienden y practican el capitalismo. Palabra que, por cierto, había estado vetada en este tipo de reuniones, hasta que esta joven, llamada Beatriz Talegón, la empleó.

El acto fue tan chocante, tan inesperado, que ahora el vídeo se ha ido difundiendo de manera viral, y ha llegado a todo el mundo. Lo que ha llevado a mucha gente a cuestionarse sobre la sinceridad de la señorita Talegón, acusándola de participar en un intento de lavado de cara de eso que se ha venido llamando “moderna socialdemocracia europea” (que no es más que ese neoliberalismo pseudo “progre” que defienden algunos partidos que osan llamarse socialistas siendo todo lo contrario). Es, desde luego, curioso, que una joven con una idea tan crítica con el modus operandi  de la socialdemocracia haya llegado tan alto en la rígida estructura del PSOE felipista. Parece extraño que un partido que sistemáticamente ha purgado a todo aquel que tuviese un acento mínimamente izquierdista o un tono crítico a la defensa del capitalismo por parte del partido, haya permitido que llegase a vicepresidenta de las juventudes de la Internacional Socialista a una militante tan crítica. Además, algunas de sus críticas no suenen muy distintas a los discursos que daba Felipe González antes de desenmascarar su cambio ideológico, cuando viajaba por toda España “vendiendo ética”, como dice Antón Saavedra.

No obstante, sería muy falso, sectario, e hipócrita por mi parte, no reconocer que en el PSOE existen muchos militantes verdaderamente de izquierdas, verdaderamente socialistas. Es evidente que los hay, por que a algunos los conozco, y quien lo niegue, miente o desconoce la verdad. Y, si asumimos que hay militantes críticos en el PSOE, es asumible que Beatriz Talegón pueda ser una de ellos. Por tanto, y pese a las desconfianzas razonables que pueden surgir ante cualquier cosa que venga de un partido como el PSOE, que representa lo que representa, es evidente que hay que darle a Beatriz Talegón o a cualquier otra persona que haga lo que ella ha hecho, no ya el beneficio de la duda, sino una sincera felicitación por su valor. Ahora bien, llegado a este punto, cabe preguntarse qué hacen todos esos militantes socialistas en un partido que no lo es. Que hacen todos esos militantes que piden democracia interna en un partido que no les escucha. ¿Es que no hay en España ningún Lafontaine, ningún Mélenchon, ningún socialista capaz de romper con la “moderna socialdemocracia europea” para crear un socialismo alternativo?

Como socialista que soy, deseo fervientemente la existencia de un verdadero espacio socialista en la política española. Como militante de IU, y partidario de la creación de un frente Amplio de Izquierdas, veo la necesidad de la construcción de ese espacio, en el marco de la izquierda plural, para poder alcanzar el poder y transformar el sistema.

Fran Rey

http://franrey.blogia.com/

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En el Aniversario de Pablo Iglesias: Unidad Socialista.

Compañeros y compañeras:

Hoy, día 18 de Octubre de 2012, se cumplen 162 años del nacimiento de un niño, al que llamaban Paulino. Ese niño, al que la vida pronto arrebató a su padre y, no mucho tiempo después, a su querido hermano, tuvo que ir andando desde Galicia a Madrid con su madre, para buscar un medio de subsistencia. En Madrid, entró en un hospicio, donde se enamoró de las letras, y dio los primeros pasos hacia la que luego sería su profesión: la tipografía.

Años más tarde, ese niño de difícil vida, Paulino, acabaría convirtiéndose en Pablo Iglesias, el fundador del socialismo español.

Cuando creó el PSOE, puso buena atención en colocar en el nombre del partido la palabra Obrero, no sin disputas con otros compañeros por ello. Pablo Iglesias sabía que, en nombre del socialismo, se practicaban a veces políticas burguesas. Por eso quiso añadir al nombre de su partido la palabra obrero, para dejar claro que el socialismo que él defendía no era un falso socialismo burgués, era un socialismo marxista, que tenía por objeto la total emancipación del proletariado, a través de la supresión de las clases sociales, eliminando así la dicotomía explotador-explotado. Y, por supuesto, la única forma de hacer esto era derribar el sistema económico capitalista. El socialismo no puede ser otra cosa que la antítesis del capitalismo.

Hoy, el PSOE es todo lo contrario de lo que él había fundado. Los socialistas ya no tenemos casa, y estamos dispersos por mil y un lares. Pablo Iglesias habría querido la unidad, al igual que, cuando los comunistas decidieron crear un partido propio e irse del PSOE, Pablo, intentó en vano convencerlos de que podían defender las tesis leninistas dentro del Partido Socialista.

La disgregación del socialismo no puede continuar. Actualmente hay socialistas en el PSOE, en IU, y en otras organizaciones menores. Pero no tiene sentido que haya socialistas en un partido que es neoliberal (el PSOE), ni que estén en partidos testimoniales, cuando existe un gran proyecto que pretende unificar a la izquierda: Izquierda Unida.

Compañeros socialistas, os llamo a que os unáis a las filas de Izquierda Unida, y forméis parte de este nuevo proyecto socialista, que se llama Recuperando el Socialismo.

Salud, Socialismo y República.

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¡Bendita Intransigencia!

Base 4ª Combatir a todos los partidos burgueses y especialmente las doctrinas de los avanzados, si bien haciendo constar que, entre las formas de gobierno republicana y monárquica. El Socialista prefiere siempre la primera

                -Bases de El Socialista

Jaime Vera había disentido profundamente del anterior enunciado. Le recriminaba a Pablo Iglesias que había que combatir a los elementos más conservadores del régimen, y no a los más “progresistas”.  Iglesias defendía que no había diferencia real, y que ambos se sustentaban sobre la explotación de los trabajadores. Que ser más blando con uno que con otro, era convertir al primero en el “menos malo” lo cual, en la práctica, suponía apoyarlo para evitar el triunfo del “más malo”. Con esto, estábamos apoyando una ideología de defendía el régimen que nosotros queríamos derrocar, que defendía la explotación de los trabajadores a manos de los poderosos, de los oligarcas. Así, nunca podríamos propiciar un cambio de sistema.

Años más tarde, el tiempo le dio la razón a Iglesias, y Jaime Vera fue a verle y a reconocer el éxito de su estrategia. Aseguró que, algún día, el Partido Socialista triunfaría gracias a esa “bendita intransigencia”.

Desgraciadamente, los militantes del PSOE no siempre conservaron la bendita intransigencia de su fundador. En 1979, cuando Felipe González propone abandonar el marxismo, esto es, abandonar el sentido máximo que inspira la acción diaria del pensamiento socialista, el partido accede. Es cierto que, en un principio, el partido rechazó las tesis de Felipe, es cierto también que, el segundo congreso que las aprobó, fue convocado mediante una modificación del reglamento, que daba ventaja a los felipistas. Ahora bien, a pesar de todo esto, no habría triunfado el no al marxismo de no ser porque un gran número de personas que habían apostado por el no la primera vez, lo hicieron por el sí la segunda. ¿Habían cambiado de idea en el poco tiempo que transcurrió entre ambos congresos? No. Simplemente, habían decidido renunciar momentáneamente a parte de su ideología para ganar las elecciones. Habían abandonado la intransigencia de Pablo Iglesias, y eso les costó caro. Para empezar, ese abandono momentáneo de parte del ideario, ni fue momentáneo ni fue parcial. Fue la llave que Felipe necesitaba para meter en el partido a todos los “emigrados” de la UCD, y para expulsar o silenciar a las voces izquierdistas del partido. Fue la llave con la que Felipe cambió la estructura del PSOE para convertirlo en un gigantesco templo de culto al líder, a un líder que, al llegar al gobierno, traicionaría por completo todo el ideario socialista, y llevaría a cabo únicamente medidas de derechas. Las mismas que continuaría Zapatero, y las mismas que habría continuado haciendo Rubalcaba si hubiera podido.

La intransigencia política no es pensar que uno siempre tiene la razón, no es defender de manera dogmática unos planteamientos sin someterlos a test racional alguno, no es no aceptar los argumentos de los demás, no es defender algo puramente por orgullo, a sabiendas de que puede ser perjudicial. La intransigencia a la que yo me refiero es permanecer fiel a unas ideas, y a una forma de actuar consecuente con estas. No se puede cambiar nuestra definición ideológica o nuestra forma de entender el mundo únicamente porque en un momento dado los vientos soplen en dirección contraria y, aparentemente, adaptarse a ellos nos pueda beneficiar. Ni si quiera, para ganar unas elecciones, pues, como ya dijo Olof Palme, la democracia se basa en una coincidencia entre la propuesta (programa) y los electores. Se gobierna cuando se coincide con los electores. Si no se coincide con los electores, no se tiene por que gobernar.

Como socialistas, no debemos renunciar a nuestra ideología por que ahora esté de capa caída, o porque un partido esté usando la palabra socialista para defender todo lo contrario que nosotros. De la misma forma que, como militantes de Izquierda Unida, no debemos consentir que se abandone ninguno de los principios elementales que inspiraron este movimiento con tal de convertirse en fuerza hegemónica, ni tampoco entregarnos a los brazos del “menos malo” a cambio de un par de políticas “progresistas”. Ese no es el camino. El camino es la perseverancia, la insistencia y, sobre todo, la pedagogía. Pues, si bien es cierto que no merece la pena alcanzar el poder a costa de renunciar a todo lo que defendemos, a costa de renunciar a aquellos fines por los que precisamente queríamos alcanzarlo, no es menos cierto que, si por intransigencia entendemos no hacer más que mirarnos el ombligo y recrearnos en la pureza de nuestra ideología, no alcanzaremos jamás el poder, y no podremos llevar a cabo nuestros objetivos. Es por ello que digo, que la clave está en la pedagogía. Debemos explicarle hoy a la gente que es lo que defendemos, para poder conquistar el poder en el futuro. Porque, como dijo el Abuelo, Sois socialistas no para amar en silencio vuestras ideas ni para recrearos con su grandeza y con el espíritu de justicia que las anima, sino para llevarlas a todas partes.

Publicado por Fran Rey en  http://franrey.blogia.com/2012/091701–bendita-intransigencia-.php

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